Me gustaría responder a esta pregunta haciendo referencia a Jung pues este ha sido durante muchos años el objeto de su búsqueda en el dominio del simbolismo y la analogía.

En efecto, hay relación entre el simbolismo del tarot y la psicología profunda de Jung. Él lo denomina arquetipos, imaginal, sincronicidad, etc.

Para Jung, el inconsciente está formado por ideas mitológicas que llama mitógenes no en su conjunto (mito) sino compuestas por elementos (arquetipos, imaginal…) El cuenta (en Introducción a la esencia de la mitología) que “en el individuo los arquetipos se presentan como manifestaciones involuntarias de actividades mentales inconscientes, cuya existencia y sentido sólo pueden ser inducidos indirectamente”.

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Continúa explicando que “el arquetipo no emana de realidades psíquicas” sino que describe la manera en la que el alma experimenta la realidad física. Así pues, las cartas, como arquetipos, serán el reflejo psíquico de nuestra realidad (según nuestra percepción, aprehensión, comprensión e interpretación).

El tarot conduce a la comprensión del ser interior de un individuo, esto permite hacer un trabajo de “conocimiento interior” pero también de “resolución de conflictos” para el bienestar.

En algunos casos no podemos excluir o sustraer al individuo de su contexto sociocultural afectivo… aquí ya no jugamos a las adivinanzas, o bien se entra en una dinámica de intercambios interactivos o bien se instaura una relación de confianza y confidencia. La pregunta del consultante es una petición de trabajo para la evolución personal en un cuestionamiento del presente para el futuro en “futuros posibles” y no del “futuro” propiamente dicho.

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También es posible enlazar ciertas situaciones subyacentes del pasado con la situación vivida en el presente, con ello el consultante entra en un nuevo estado de comprensión, redefinición… La concienciación no es siempre suficiente, hace falta poder digerir esta emoción (a veces violenta, otras sorprendente pero no hay que verlo todo negro). El sólo hecho de verbalizar este esquema no desmonta un sistema de pensamientos/creencias; es necesario también poder reactualizar y aprender de nuevo esquemas acerca del comportamiento y la adecuación con el individuo. Esto lo permite el tarot en una justa proporción.

A menudo el consultante se deja “contar cosas” a través de las cartas que mira; en esta pseudomeditación de la que no siempre es consciente, el consultante entra simplemente en él mismo. El Tarot se convierte en cierta manera en las cartas de Rorschach, ¡pero más divertido! Sobre todo cuando vemos el importante número de sincronicidades entre lo que se cuenta y la carta que se mira, -esto siempre me sorprende porque a veces está muy lejos de la interpretación tradicional-.

Cuando conocemos la dinámica de los símbolos, vemos que esto hace efecto, que esto funciona o debe funcionar. Tanto en su color, en su forma, en su simbolismo, las cartas se convierten simplemente en “energía del Tarot”. Se dice que el vudú candomblé también es de mucha ayuda para trabajos de adivinación y consulta.

El tarot se convierte en un útil formidable para ayudarnos en la exploración y comprensión interior y nos ayuda a devolverle el sentido y el dinamismo a nuestra vida.